Ya hemos analizado cómo se sirve el cine de pasteles y
golosinas para endulzar algunas de sus escenas y hacerlas más idílicas y
memorables. Y no hay escenas más idílicas que las generadas por la compañía
cinematográfica Disney, que con animalillos parlantes, monstruos, princesas y
una dosis importante de azúcar camuflado, tiene como objetivo sacar una sonrisa
–cuando no una sonora carcajada- a los más pequeños de entre nosotros. ¿Seremos
capaces ahora de llevar a cabo el proceso contrario? Intentemos pues desvelar
la amarga realidad que se esconde detrás de los momentos más entrañables de las
películas de nuestra infancia. ¿Son todos los menús Disney tan apetitosos como
parecen?¿O pueden tener una doble lectura no tan agradable?
Clásico de entre los clásicos, aunque cada vez menos popular
entre los niños de hoy, es “La Bella Durmiente”. No podemos olvidar a la joven
princesa obligada a vivir retirada de palacio y oculta en el bosque por temor a
la maldición de la malvada Maléfica. Pero no estaba sola; vivía acompañada de
sus tres enigmáticas tías que no eran sino benévolas hadas que la cuidaban y protegían hasta cumplir los 16 años. ¿Es este
pastel obsequio suficiente para una joven princesa obligada a vivir en la
clandestinidad? Atrévete a descubrir la verdadera historia de la bella Aurora.
Aunque bien protegida hasta haberse convertido en mujer,
todos conocemos el fatal destino de Aurora, que se remediará ¡cómo no! con un
dulce beso de su amor verdadero. Pero… ¿cuántos casos se han dado de muerte por
accidente con una rueca, por muy encantada que ésta estuviera? Lo cierto es que
Aurora cayó extenuada tras haber estado viviendo 16 largos años con tres tías
tan inútiles en la cocina como lo eran con las demás tareas domésticas. No hay
más que verlas tratar de coser o cocinar sin ayuda de la magia. ¿Cómo
consiguieron pues sobrevivir tanto tiempo sin sus preciadas varitas? Pues
aprovechándose, claro está, del dinamismo y la agilidad de la joven Aurora, que
se veía obligada a salir a recolectar bayas y frutos silvestres a diario para
alimentarse ella y también a sus tres ancianas tías. La pobre hablaba y cantaba
con los animalillos del bosque sin otro objetivo que el de atraerlos cual
reclamo y poderlos así cazar. No es de extrañar pues que la princesa sufriera
de inanición tras una vida de continuos esfuerzos.
Mi particular teoría es que no pudo soportar más el
agotamiento y se derrumbó frente a la rueca que utilizaba para coser su propio
vestido de cumpleaños. Eso, o sufrió una aguda intoxicación tras haber probado
el sospecho pastel que tenían sus tías preparado a tal efecto. Nunca lo
sabremos a ciencia cierta. Las anteriores no son más que meras conjeturas.