No sé con exactitud dónde he escuchado una de estas
canciones recientemente, pero la ocasión me ha servido de recordatorio para
incluir a nuestra playlist dos números uno de la historia de la música
azucarada.
Estados Unidos, finales de los años 50, proliferan las agrupaciones
de talentos vocales que, entonando melodías generalmente a capella, hacen
rivalizar la música popular americana con el reciente fenómeno pop. No soy un
erudito en historia de la música, pero me parecen curiosas las similitudes que
he encontrado, sin indagar demasiado, entre dos conocidos hits, que a
cualquiera sonarán de haber escuchado.
Resulta además llamativo que ambas canciones vieran la luz
concretamente el mismo año. Desde luego, 1958 fue el año de las vocalistas
angelicales a dieta que, muertas de hambre, no podían pensar en otra cosa más
que en saborear algún pequeño dulce o caramelo.
¿Alguien que me explique el desmedido interés de todas estas
señoritas por llenarse la boca de caries? Yo creo que las entiendo. Si tuviera que cantar al amor, sin
duda lo haría con azúcar y piruletas. Disfrutemos de estas canciones tan
bailables como cantables.